En una ocasión entró un vaquero a una cantina de un pueblo a tomarse un trago, y al llegar amarró su caballo en la puerta. Pero al salir el forastero de la cantina se percató que su caballo ya no estaba, muy encabronado el tipo regresó al salón y pateando la puerta y tirando las sillas amenazó:
- ¡Si no aparece mi caballo en 5 minutos voy a hacer aquí lo mismo que hice en San Francisco! -y se dirigió a la barra por otro trago.
A los 3 minutos volvió a salir y de nuevo no encontró su caballo, de nuevo entró al salón pateo la puerta y volvió a gritar:
- ¡Si en 2 minutos no aparece mi caballo, voy a hacer aquí lo mismo que hice en San Francisco...! - y se volvió a dirigir al cantinero por otro trago.
Al minuto, nuevamente se dirigió a la puerta y el caballo ni luces y encolerizado tiró la puerta del salón y exclamó:
- ¡¡Se los advierto, si en un minuto no aparece mi caballo, voy a hacer aquí lo mismo que hice en San Francisco...!! - y se dirigió nuevamente a la barra con el cantinero para otro trago.
Finalmente al pasar el minuto, volvió a salir y por fin allí se encontraba el caballo tal y como lo había dejado. Ya satisfecho regresó al salón para pagarle al cantinero y luego se dirigió a su caballo, se montó y ya se iba a marchar cuando de pronto salió corriendo el cantinero quien lo para con una cara de enorme duda, y le pregunta:
- Disculpe señor, este, en nombre de todos los parroquianos de la cantina y mío, tenemos una dudota, este... ¿Qué fue lo que hizo en San Francisco?
A lo que el forastero contesta:
- ¡Pues, me fui a pie...!
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